“He Resucitado” Acta 658

Sunday - Apr 21 2019

Acta No.658

Revista María Hoy

Bogotá, D.E., Marzo 31 de 1991  

Domingo 01:21 AM

 

-¡He resucitado!

Aquí estoy, Dueño y Señor de la Vida y de la muerte. La muerte ha dejado de tener valor; porque Yo Soy la Resurrección y la Vida. ¡La muerte ha muerto! Yo, el que Soy, el que Somos, Yo he vencido a la muerte. No solo a la transitoria –que pasa-; sino –en definitiva-, a la que es eterna: que es la ausencia de Dios: el infierno.  A partir de mi Resurrección, el infierno no prevalecerá; porque en Mí ha perdido su poder.

¡Alégrense!

¡Alégrense!

¡Alégrense!

Pequeñas creaturas, nacidas de la carne; pero hechas a imagen y semejanza de Dios; porque después de mi Resurrección, por el poder de mi Sangre y por la acción del Espíritu Santo, quedan incorporados a la Vida, como herederos del cielo, bajo la única condición de aceptar mi redención libre y voluntariamente.

La mayor recompensa de ustedes, a mi sacrificio y a la plenitud de mi amor –sellada para siempre con mi Resurrección-, es la aceptación de ustedes, libre y voluntariamente dada.

Bienaventurados los que crean, acepten y proclamen mi Resurrección.

Bienaventurados los que, reconociendo su condición de pecadores, se humillen para reconocer el poder salvífico de mi Resurrección.

Bienaventurados los que, reconociéndose indigentes, reconozcan, acepten y proclamen el señorío eterno de Jesucristo, el Salvador resucitado, verdadero Dios y verdadero hombre.

Bienaventurados los que por la acción del Espíritu Santo, adoren al Padre, adoren al Hijo y adoren al Espíritu Santo,

la Santísima Trinidad,

aceptando, viviendo y proclamando su santidad, poder y gloria.

Bienaventurados los que reconozcan, vivan y proclamen –que Jesucristo es el Unigénito del Padre y la 2ª  Persona de la Santísima Trinidad.

Bienaventurados los que, por la acción del Espíritu Santo, reconozcan, vivan y proclamen que Jesucristo es Dios, igual que el Padre y que el Espíritu Santo, desde siempre y para siempre, en el misterio incomprensible -para ustedes- de la Santísima Trinidad.

Bienaventurados los que reconozcan, por la acción del Espíritu Santo, que Jesucristo, al igual que Dios verdadero, es hombre verdadero, y que, como tal, sufrió, murió y resucitó, por sus propios medios, para salvarlos con su Resurrección, todo por su eterno e incalculable amor de Dios.

La gran noticia es ésta, para el mundo.  ¡Acéptenla, vívanla y proclámenla!

¡Jesucristo es el Señor!

¡Jesucristo es Dios y hombre verdadero!

¡Jesucristo vive!

¡Jesucristo reina!

¡Jesucristo impera!

¡Jesucristo es el Salvador!

¡Jesucristo es el que Es!

¡Adórenlo!   ¡Adórenlo!    ¡Adórenlo!

¡Aquí estoy!   ¡Yo Soy!

Vengan a Mí los sedientos y cansados; los agobiados por el peso de sus culpas; los pecadores que, reconociendo su debilidad y su impotencia, deseen -en su corazón- ser redimidos por la acción de mi misericordia y mi poder.

¡Vengan!   ¡Vengan!   ¡Vengan!

Vengan, beban y vivan.

Yo Soy el Pan de Vida. El Único.

Yo Soy el Agua Viva. La Única.

Crean en Mí. Créanme a Mí.

Confíen en Mí.

Esperen en Mí.

Yo Soy el Salvador.

Yo Soy la Salvación.

He resucitado. Vivo. Aquí Estoy.

 

Lección No. 568

La Salvación está consumada.

Solamente se condena quien quiere condenarse.

  1. La Salvación existe y se da gratuitamente.

  2. Jesucristo, la 2ª- Persona de la Santísima Trinidad, la ganó, con su Encarnación, vida terrenal, pasión, muerte y resurrección.

  3. La mayor muestra de amor de Dios, en Jesucristo, para ustedes, está en la aceptación de la vida terrenal -El que es la Vida eterna-; en su pasión real; en su muerte real y en su Resurrección.

  4. Jesucristo, DIOS y Hombre verdadero, está resucitado por sus propios medios; Él vive con su Vida de siempre; Él es el Salvador y Él es la Salvación gratuita, para ustedes.

  5. ¿Quieren ser salvados?

Si lo quieren, el único requisito -como condición única- es que acepten -libre y voluntariamente- a Jesucristo, como el único Dios y Salvador de ustedes; no por capricho, sino por amor de Dios.

  1. El amor que Dios les tiene, y Jesucristo es Dios, se hace patente en el respeto reverente, que Él tiene, por la dignidad, libertad y voluntad de ustedes.

  2. Si Dios fuera un tirano, como la mayoría de los hombres que tienen poder, les impondría su voluntad.

  3. La Voluntad de Dios es que cada uno de ustedes se salve por la Redención de Jesucristo.

  4. La Redención de Jesucristo es el mayor acto de amor de Dios para cada uno de ustedes.

  5. La Redención de Jesucristo tiene el valor  -desde siempre y para siempre- del sacrificio de Dios, para rescatarlos, satisfaciendo su justicia con la entrega de la sangre, santa, perfecta, inmaculada, del Santo de los santos.

  6. El precio redentor, por cada uno de ustedes, es la sangre de Jesucristo, el Salvador resucitado, verdadero Dios y hombre verdadero.

  7. Ustedes, para ser salvados, no tienen que dar nada por la sangre redentora de Jesucristo. Con ningún precio la podrían adquirir. Es gratuita. Les basta quererla y se les da.

  8. ¿No desean ser salvados? ¿No tienen nada de qué ser salvados?...

  9. No sean soberbios. Quien quiera que diga que no tiene pecado, es soberbio, y, como tal, es réprobo.

  10. ¿Estarían en la verdad si afirman que están limpios, inmaculados y que, por eso, no necesitan bañarse jamás?

Créanlo: No serían veraces; sino sucios. Serían puercos, como cerdos.

  1. La suciedad moral es mayor que la física; porque el alma es mayor y más perfecta y trascendente que el cuerpo.

¿Si a quien no se baña el cuerpo se lo considera un puerco; cómo creen que se debe considerar a quien no se baña, asea o lava el alma?

  1. El agua para lavar el alma es la confesión con el sacerdote o baño en las piscinas de la Gracia: el Sacramento de la Reconciliación.

  2. El Sacramento de la Reconciliación, como todos los otros (siete en total) fue instituido por Jesucristo, como la muestra mayor de su amor, de su señorío permanente, en el deseo irrevocable, insistente y persistente, de salvarlos.

  3. ¿Cuándo puede ser aceptado? Cuando quiera que el hombre lo desee dando respuesta a la oferta insistente, amorosa, persistente y permanente de Jesucristo, de Quien se dice en el Apocalipsis:

"Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguien escucha mi voz y me abre, entraré a su casa a comer, Yo con él y él conmigo." (3, 20)

  1. ¿Lo entienden?

¿Entienden lo que Jesucristo les quiere decir? ¿Lo que les está diciendo ahora, con su Resurrección?

  1. La Redención de Jesucristo está consumada. Ella es el precio con el cual ustedes pueden    adquirir su salvación. No les cuesta nada. Es gratuita.

¿No quieren ser salvados?

  1. Oren, oren, oren...

Oren siempre.

Sean oración.

  1. Imiten a María Santísima, la Inmaculada Concepción y siempre Virgen, Madre, Maestra y Modelo para ustedes.

 

SÍNTESIS

  1. Humanamente la Redención no se puede comprar con nada. Ningún precio es suficiente.

  2. El precio de la Redención es la Sangre de Jesucristo y Jesucristo es Dios, al igual que hombre verdadero.

  3. La Redención se da gratuitamente; el único requisito o condición es aceptarla, libre y voluntariamente; porque Dios, por respeto a la dignidad del hombre, no le impone su voluntad.

  4. La voluntad de Dios es que cada hombre o creatura humana se salve.

  5. Es voluntad del hombre, por su libre albedrío, aceptar o rechazar -libremente- la salvación o redención de Jesucristo.

Por hoy basta.

Bendiciones, bendiciones, bendiciones. /

3:30 a.m.

 

Repitan:

Dios mío: Limpia mi corazón para que hoy día haga tu voluntad y esté Contigo. Amén. /