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Aspectos Fundamentales

 

 

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El "Que"

Es el estilo, que da identidad. El de Cristo, quien Es el que Es, porque es Dios. Si el cristiano, es cristiano, es porque es como Cristo. De lo contrario no es cristiano. Puede ser un falso cristiano o pseudo cristiano; pero no es cristiano, porque no es y no obra como Cristo. “En esto conocerán que son mis discípulos: en que se amen los unos a los otros, como Yo los he amado”. (Jn. 15, 34)

Este condicional, (el qué), se revela con dos realidades:

Virginidad (“Limpieza y libertad de todo lo que no es de Dios”)

Cristofinalización (“El acto de aceptar, vivir y proclamar el Señorío de Jesucristo, el Salvador resucitado, verdadero Dios  y hombre verdadero).

Cuando estos dos propósitos se encuentran y se unen el hombre es feliz, perfecto y santo; porque sólo el Santo, que es Dios, lo santifica, lo perfecciona y lo hace feliz. Nada llena el corazón del hombre y lo plenifica fuera de Dios; por eso sólo Dios le basta.

Es un estilo de vida, que nos identifica con Cristo, una estrategia amorosa del corazón de Dios, el Padre bueno que mediante una escuela - taller de perfección enseña cómo vivir la Única Palabra de Dios, que es Jesucristo y como practicarla teniendo un propósito, el de formar santos siguiendo el estilo de Jesucristo.

 

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El "Para qué"

Justamente para que el hombre sea feliz. La felicidad, la perfección y la santidad, son vocablos  sinónimos, que se  identifican en su finalidad escatológica. Por eso les ha dicho: "Sean Perfectos como mi Padre Celestial" (Mt.  5, 48). Quién  da perfección, santidad y felicidad, es Dios,  el Perfecto, el Santo, el Feliz.

Cuando la voluntad de Dios y la del hombre se buscan y se encuentran, se da la identidad, porque da el estilo de Cristo, en que las dos convergen. Entonces se vive y se obra como Cristo. Cristo es el Señor, el Único Señor: Dios, el Uno, el Único con el Padre y con él Espíritu Santo. De Él parte y a Él regresa todo; porque es el alfa y la omega, el principio y el fin.

Esta Espiritualidad Trinitaria nueva, novísima y novedosa de los Hijos de la Madre de Dios, fue pensada, querida y dada por Dios, para que se viva un estilo que los identifique y sirva de modelo para todos en el mundo.

Ese estilo, que es el de Jesucristo, el Salvador resucitado y vivo para siempre, Dios y hombre verdadero, les permite contribuir eficazmente a la reconstrucción de la Iglesia verdadera, fundada y amada por Dios, y a la transformación y consagración del mundo. De ese modo los miembros de esta espiritualidad están convocados a una doble misión histórica espiritual, en la Iglesia y en el mundo.

Constituyéndose así como la obra más grande, más transcendental y más amada por el Padre, por el Hijo y por el Espíritu Santo, en el misterio, incomprensible para los hombres, de la Santísima Trinidad.

 

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El "Por qué"

Porque Dios lo quiere y porque el hombre lo necesita. El hombre es el fruto más amado y sagrado del amor de Dios; por eso es el objeto preferido de su voluntad. Entendiendo esto, vemos por qué y para qué, Dios ha pensado, querido y ha dado esta Espiritualidad en orden a su propia felicidad.

El mundo tiene un estilo de ser y de hacer y ese no es el de Dios. El mundo se guía por las cosas de su corazón, por sus caprichos, costumbres, conveniencias y pasiones y, esas son, conforme a sus propios usos, contenidos y criterios y generalmente se guían por lo que más conviene al aspecto corporal o intelectual del hombre, lo cual no siempre está en armonía con su aspecto espiritual y sobrenatural; porque no siempre se armonizan lo espiritual y sobrenatural con lo corporal e intelectual del hombre.

Porque Dios quiere que el hombre sea feliz.  El hombre quiere ser feliz.

 

 

 

 

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Su Modelo

Su Modelo

María es la gran misionera, continuadora de la misión de Jesús y formadora de misioneros. Ella, así como dio a luz al Salvador del mundo, trajo el Evangelio a nuestra América. Desde entonces, la Iglesia ha encontrado en Ella la inspiración más cercana para aprender cómo ser discípulos y misioneros de Jesús.[1]

María Santísima, la Virgen pura y sin mancha es para nosotros escuela de fe destinada a guiarnos y a fortalecernos en el camino que lleva al encuentro con el Creador del cielo y de la tierra. "Por esta razón permanezcan en la escuela de María. Inspírense en sus enseñanzas. Procuren acoger y guardar dentro del corazón las luces que Ella, por mandato divino, les envía desde lo alto".[2] Elegida por el Señor quiso realizar en Ella el misterio de la Encarnación y así recuerda a todos los cristianos la primacía de la iniciativa de Dios. Al mismo tiempo, habiendo dado su consentimiento a la Palabra divina, que se hizo carne en ella, María aparece como modelo de acogida de la gracia por parte de la criatura humana.[3]

 "Ella como Modelo del Cristiano es la medida, humanamente plena, del buen sentir y hacer del hombre asistido por la gracia del Espíritu".[4] María Santísima, es la Obra maestra de Dios, es, por lo mismo, Modelo de perfección; de la perfección que Jesucristo pide y manda, cuando dice: "Sed santos y perfectos como vuestro Padre que está en los cielos"(Mt. 5, 48). María Santísima, al ser dada como modelo de perfección, es también dada como Maestra de esa perfección. Naturalmente Quien pudo darla es Dios.

Dios, en su amor, vio que no era suficiente darla como Modelo y Maestra, para constituirla en el molde o camino de perfección y en su más alto grado, el cual se da -solamente- en la maternidad y en el amor materno. Por eso, la dio como Madre, para que sea, a la vez que el modelo, la maestra perfecta de todos sus hijos, que son todos los hombres, desde el primero hasta el último y sin distinciones de ninguna clase, ni siquiera por las categorías clasificatorias de "buenos" y "malos".[5]


[1] Cf. DA. 269

[2] Ibid., 159

[3] Cf. VC. 28

[4] Cf. Acta 23

[5] Cf. Acta 583

 

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Su Estilo

El estilo de esta Espiritualidad es el de María; que es, el mismo de Jesucristo, de quien Ella es copia fiel.

"Como Tú, Padre, en mí y Yo en ti, que ellos también sean uno en Nosotros" [1].

 



[1] Juan 17,21. Alocución de S.S. Pablo Vl. en la sesión de clausura del Concilio Ecuménico Vaticano ll. 7 de diciembre de 1965. Acta Nº. 664.

 

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Su Método

El método de esta Espiritualidad es el señalado por Jesucristo para todos los creyentes:

"En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere queda solo; pero si muere da mucho fruto"[1].



[1] Juan 12, 24‑25; Mateo 10,24. Gaudium et spes, Nº. 24. Cap. ll.

lV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano: Conclusiones; Nueva Evangelización, segunda parte: 1.2, Nº.54. Acta Nº. 624

 

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